Vamos a contar ciertas historias de las que uno debería poner en un libro, cuando en alguna chupa las cuanto me dicen que esas huevadas solo te pasan a ti, o eres exagerado, he llegado a creer que son las dos.
Historia 1
Érase una vez que un joven normal acudió colado a una fiesta porque se separo de sus panas (léase: borrachos) y deambulaba por Urdesa en Guayaquil, como había empeñado todo recurso incluyendo su conciencia, procedió a saludar de lejos a alguien en el interior de la fiesta, para intentar ingresar, a lo cual alguien contesto (nunca falta el pendejo) e ingrese hasta el patio frontal y pregunte por el baño, ingrese y me lave la cara para ver si sacaba algo bueno de esta fiesta, con un trago en la mano, y algo de coordinación converse con una damisela que estaba cerca de la barra, me dijo que con quien había venido, la verdad no tenia idea si era una graduación, bautizo, velorio.., me daba lo mismo pero no podía decir eso, así que con unos amigos que ya mismo regresan y eso fue mi entrada porque me pregunto si conocía a alguien en la fiesta a lo cual le dije que no y me presento con algunas personas, entramos, bailamos como una hora y fuimos al patio trasero, y ojito va…ojito viene, sonrisa va… sonrisa viene, abrazo va… abrazo viene, sostén va….Uy perdón me salte algunos pasos pero igual. La cosa es que el garaje de aquella casa tenía un techado al fondo de la propiedad lo que me daba un lugar perfecto para cometer la fechoría, pocos segundos después de terminar el intercambio de ADN, saca un cigarrillo algo extraño (era un pito de marihuana) y lo prende en el patio de una casa pelucona, obviamente me hice el cojudo.. hecho el macho, pero al rato entro el hermano y me vio con ella, creía que yo le di la marihuana, me prohibió que hablase con ella porque “yo” era una mala influencia para su hermana.
La revente algunas veces más pero la moraleja es: uno nunca sabe con lo que se encuentra caminando ebrio ¡!!!!
Entradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario